Una mañana de sol, al abrir la primavera,
con el alma en bandolera… se marchó.
Habló de ser o no ser… “la costumbre es traicionera
nos anula lo que queda… por saber
y es preciso liberar, las alas pluma por pluma
y dejar que se consuma… la ansiedad.
Lo tienes que comprender”
Y ya no dijo más nada.
Dejó la llave en la entrada… y se fue.
Como la marea se fue de mi playa… como la marea.
Removió la arena y apuró mis penas… como la marea.
Vi que se alejaba y a mí me quedaba
la dura tarea de apagar los sueños
y desvanecerlos…. como la marea.
Como la marea se fue de repente… como la marea.
Y empezó el hastío a llenar vacíos… de cualquier manera.
A dejar abierta el alma y la puerta… para que volviera.
Para que volviera… como la marea… como la marea.
Una mañana de sol, al cerrar la primavera
con el alma en bandolera… regresó.
Habló de la soledad; que venía de un fracaso;
que podía entre mis brazos… olvidar;
que quería reponer lo que me había quitado;
que jamás me había dejado de querer:
“Ahora ya puedes confiar”. “Ya no habrá más despedidas”.
“Ya no me iré de tu vida… nunca más”.
Como la marea regresó a mi playa… como la marea.
Remojó la arena y enjugó mis penas… como la marea.
Abrió la ventana que dejó cerrada… la mañana aquella.
Y encendió de nuevo mis más caros sueños… como la marea.
Como la marea, volvió de repente… como la marea.
Y dejó el hastío de llenar vacíos… de cualquier manera.
Atranqué la puerta para estar alerta… que ya no se fuera.
Que ya no se fuera como la marea… como la marea.
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