Celebro mi destino
de sentir como siento,
de vivir como vivo,
de morir como muero.
Y porque lo celebro
y soy al fin la nada
de la sombra de un verso,
os digo: ¡muchas gracias!
Mil gracias, si señor
de la vida y la muerte,
por ser apenas esto,
brizna efímera y leve.
Y el de pasar mis días
finales en el mundo,
con las manos vacías
y el corazón profundo.
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