Cómprate un vestido largo y blanco…
y en el pelo ponte un velo de tul…
que los pétalos que lluevan sean blancos…
y que blancas sean las caras
de los que se ocupan de tu virtud.
Nuestro templo tendrá un techo cargado
de estrellitas temblorosas de amor.
Y pondremos por testigo al mismo viento…
de la más bella heregía
que será ante todos…
nuestra unión.
Y déja de llorar
ante el qué dirán…
vive orgullosa de ser mi esposa,
aunque no jures ante un altar…
La otra exhibirá un viejo papel,
pero su cuerpo pasó de largo,
sin dejar huella sobre mi piel.
Es hora de enterrar por siempre tus temores,
que nadie se interponga ahora entre los dos…
Tú estás por encima del bien y del mal,
de murmuraciones, de tanta maldad,
si sólo somos culpable de amar y amar…
sólo de amar y amar…
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