En una mecedora se sentó a comer
Por lo que se veía, quería charlar
No me pregunté ni cómo, ni cuándo ni por qué
Tenía ahí, en sus ojos, un brillo muy especial
Confusa y temblorosa, le temblaba la voz
Blanca como la nieve, era su piel pura sal
Tenía grandes dolencias y desgasta’o el corazón
Quería hablarme solo de su fiel soledad
En esta corta vida, hay que conocer
A los que valen mucho y no valen na’
Con solo cuatro gestos, hay que comprender
De qué pie cojea, ahí, en su caminar
La vida te pone, a vece’, en tu camino dos clases de soledad
Una, por cojones y, otra, que tus momentos suele crear
Yo que tuve por infancia solo un barrio lleno de calle
Una guitarra, un primer beso, un te quiero vestido de pubertad
A veces, pienso dónde quedaron los recuerdos
Si adormitan en el péndulo olvidado que guarda tu corazón
A eso, por ejemplo, yo le llamo soledad, nostalgia, ¡yo qué sé!
Porque el reloj del tiempo no me hace volver
He dejado tantas cosas con un triste final
Me gustaría haber despedido a mis mayores
Antes que se los llevará el tren
A los tecla’os, Manuel Ibáñez
Guitarra eléctrica, Juan Carlos Jiménez
Y así, sin más, se fue a vivir donde viven los recuerdos
Donde habita el sueño del gran soñador
Se fue, dormido buscando el alba
Como cualquier letra de sus frases haría
Solo él supo del silencio que había en sus momentos
Solo él manejó el tiempo como el señor del tiempo haría
No esperen preguntas de su boca
La respuesta está en sus ojos
Batería: David Simón
Al bajo: Manolo Nieto
Yeah, ah-ah
Comentarios
Deja tu comentario: