Ay! Rocío, caviar de Riofrío,
sola entre el gentío,
tortolica en celo,
como un grano de anís,
un weekend en París,
un deshielo.
Un Ducados de más,
qué desastre de Adanes y Evas,
o quizá una canción
si supieras que yo
te hago caso de ombligos a brevas.
Cuántas noches al alba
me barajo la calva
que amenaza debajo del pelo,
cuántas tardes dormido,
olvido la flor del subsuelo.
Y después resucito
como un ratoncito silvestre,
tan boinón, tan paisano,
tan bribón, tan urbano,
tan fulano, tan picapedrestre.
Cada mes cumples años
saltando peldaños
dos a dos, tres a tres,
cinco a cuatro,
como un terco vaivén
del vagón al arcén del teatro.
Yo te miro crecer
con la baba mojando zaguanes,
y me quedo a dos velas
con tan poquita tela que cortarte,
malditos don juanes.
Sufro tu adolescencia
como una insolencia
que disfruta volviéndome loco,
no seas hija de p***,
si me das jaque mate,
me enroco.
O me vengo cantando
y contando
mentiras ripiosas,
sweet melocotoncita,
bendición, Afrodita,
coronita de espinas y rosas.
No me cuentes tu vida
que no es comercial,
me decías en e-mail
parricida,
ya no tienes edad, añadías,
basta de despedidas.
Y en lugar de llorar,
como a mano tenía un pentagrama,
empecé esta canción
si la acabo me meto en la cama.
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