El cielo de veras,
que no es este de ahora,
el cielo de cuando te jubiles,
durará todo el día,
todo el día caerá
como lluvia de sol
sobre tu calva.
Estarás algo sordo
para escuchar los árboles
pero, de todos modos,
recordarás que existen.
Tal vez un poco viejo
para andar en la arena,
pero el mar todavía
ye pondrá melancólico.
Estarás sin memoria.
Estarás sin dinero.
Con el tiempo en los brazos.
Como un recién nacido.
Y llorará contigo.
Y llorarás con él.
Estarás solitario
como una ostra.
Y podrás hablar
de tus fieles amigos
que, como siempre,
contarán desde Europa
sus más tímidos
contrabandos y becas.
Estarás en la orilla del mundo
contemplando desfiles para niños,
eclipses y regatas.
Te pondrás el sombrero
para mirar la luna.
Nadie pedirá informes,
ni balances, ni cifras.
Sólo tendrás horario
para tu muerte.
Pero el cielo de veras,
que no es este de ahora,
ese cielo de cuando te jubiles,
habrá llegado demasiado tarde.
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