Acuérdate de Acapulco,
de aquellas noches,
María bonita, María del alma.
Acuérdate que en la playa
con tus manitas las estrellitas
las enjuagabas.
Tu cuerpo del mar juguete, nave al garete,
venían las olas, lo columpiaban,
y mientras yo te miraba,
lo digo con sentimiento,
mi pensamiento te traicionaba.
Te dije muchas palabras de esas bonitas
con que se arrullan los corazones,
pidiendo que mi quisieras,
que convirtieras en realidades mis ilusiones.
La luna que nos miraba
ya hacía un ratito
se hizo un poquito desentendida,
y cuando la vi escondida
me arrodillé a besarte
y así entregarte toda mi vida.
Amores habrás tenido, muchos amores,
María Bonita, María del alma,
pero ninguno tan bueno ni tan honrado
como el que hiciste que en mí brotara.
Lo traigo lleno de flores
como una ofrenda
para dejarlo bajo tus plantas.
Recíbelo emocionada
y júrame que no mientes
porque te sientes idolatrada.
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