Con el último copo de invierno descubrí en mí un bosque en llamas,
el viento de poniente acariciando mis dedos.
Y aprendí que la carne busca algo más que carne,
que solo eras otro perro del infierno latiendo bajo la herida.
Pero lo cierto es que aun puedo sentir tus manos,
tu lengua en llamas y esos ojos que arrancan leyendo sobre mi piel.
Y sí, aprendí bien que la vida es la muerte más lenta,
y que hay heridas que nunca se cierran.
Y mientras, tú sigues viva en mi descarne, en cada gesto,en mi cielo en peladuras,
desmembrando mis cortes, mi estilo, y acechando en mi recuerdo.
Sí, el futuro es lengua de crótalo; quiero decir,que creo, o espero,
que todo volverá a surgir: que nazca selva donde solo hay erial.
Pero este es el punto en el que nos levantamos,
es el punto en el que cruzamos la línea,
quebrando la hojarasca, dejando atrás el barro.
Creo en nuestra historia, en mis manos, que vuelven a sentir.
Y las navajas crecen, sí, pero con el fin,
con la intención de abrirse paso en este mar de agujas que mece la memoria
y nos empuja a la eterna pregunta: por qué llegaste tan tarde.
Hoy, el dolor es una flor que escupe sangre.
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